Llegué a la Pizzbur de Ribadeo, vi la tele y comenzó la segunda parte del Auxerre vs Real Madrid. Bueno, pues resulta que despues de 5 minutos (de reloj) pedí una hamburguesa sin cebolla, completa, con su tomate, lechuga, carnecita y su pan con sésamo falso. Bueno, corría el minuto 51 del partido cuando esa chica rubia, alta, horrenda y con papada me tomó el pedido. Vuelvo a repetir que era una simple hamburguesa con lechuga, tomate... bueno, lo que dije antes, vamos, esas cosas que en el McDonalds tardan 45 segundos, mientras te ponen la bebida y las patatas deluxe...
Pues pasaba el tiempo, mientras la estaban cocinando con esmero y cariño (supuestamente). Yo pedí una clara de limón y el cambio lo metí en la máquina tragaperras, que parecía nueva, a ver si me salia gratuita la cena, cosa que no fue asi.
Llegaron dos señores que me iban arrinconando en la esquina, mientras la rubia se movia por la barra, golpeando con su culo a los elementos que se encontraban en la parte izquierda y en la derecha, tal cual lo hacen en la Pizzbur de Viveiro, esas chicas sudamericanas lentas de tetas duras para adelante y culo sudamericano grande y apretado en pantalones vaqueros, cuyos bolsillos traseros parecen estar dibujados.
Sirven una pizza y una hamburguesa a estos señores que llegaron unos 8 minutos más tarde que yo. Miro a la chica, me mira a mí y se pone a hacer un café. Corría el minuto 73 de partido cuando seguia esperando por una hamburguesa, que fuera de ser una Burguer Cangreburguer, era una hamburguesa normal.
Finalmente, cuando ya estaba más nervioso que Marco en el Diario de Patricia, en el minuto 78 de partido, es decir, 33 minutos después, aparece mi hamburguesa envuelta. La chica me mira, sonrie sin mostrar dientes (esa sonrisa irónica que no me gustó nada) y se da la vuelta.
Tengo más experiencias desagradables en este lugar, donde la comida rápida deja de hacer honor a su nombre. Eso sí, después la disfruto, justo tres minutos antes de que se me quite el hambre.